He dicho durante años que el ejercicio físico juega un papel fundamental en el mantenimiento de nuestra salud.
El cuerpo humano está diseñado para moverse. Así fue concebido. Y cuando dejamos de movernos, el deterioro comienza.
Si decidimos llevar una vida sedentaria, comiendo más calorías de las que quemamos, el resultado es predecible: enfermedades crónicas, sobrepeso, fatiga constante y pérdida de vitalidad.
La inactividad física tiene un costo altísimo, no solo para el cuerpo, sino también para el bolsillo. Piensa en facturas médicas, medicamentos, ausencias laborales, cirugías, pérdida de calidad de vida…
Todo eso puede prevenirse en gran medida con un solo hábito: el movimiento.
Ahora bien, no necesitas hacer ejercicio durante horas al día para estar sano. Basta con 30 minutos diarios de actividad moderada a intensa, o entre 150 y 300 minutos semanales.
Caminar a paso ligero, bailar, nadar, hacer yoga, andar en bicicleta, limpiar la casa, subir escaleras… cualquier movimiento cuenta.
Mientras tu cuerpo esté activo, tu salud mejorará y, lo más importante, se sostendrá en el tiempo.
¿Quieres una fórmula sencilla de medicina preventiva?
Aquí la tienes:
30 minutos de ejercicio al día, una alimentación nutritiva, buen descanso y una mente en paz.
No es una fantasía. Es totalmente alcanzable.
La mejor recomendación que puedo darte:
Muévete más, siéntate menos.
Activa tus músculos, haz que tu sistema circulatorio bombee sangre con fuerza y que tu cuerpo elimine toxinas de forma natural.
El ejercicio es una de las medicinas más potentes que existen, y está al alcance de todos.
Para adultos mayores, mujeres embarazadas o personas con enfermedades crónicas, existen rutinas adaptadas, suaves y efectivas, como el yoga, la natación o el baile.
Incluso las tareas del hogar pueden ser un excelente ejercicio físico.
Y para quienes pueden exigirse un poco más, hay muchas opciones: correr, nadar, saltar, bailar, practicar tenis, senderismo, ciclismo, esquí, clases de aeróbic…
Lo importante no es el “qué”, sino el hecho de moverte cada día.
Recuerda:
Tu cuerpo es la herramienta de curación más poderosa que tienes.
Actívalo. Cuídalo.
Muévete.