La famosa palabra felicidad y sus muchos malentendidos. Hay mucho que decir sobre querer la felicidad, conseguirla, creer que realmente la tienes y no ser realmente feliz.
Desde que era una niña me imaginaba viajando por el mundo, consiguiendo el trabajo de mis sueños, viviendo en un lugar muy exótico y teniendo mi propio camino, una mujer verdaderamente empoderada. Fue un sueño que se convirtió en mi principal motivación en la vida para alcanzar mis metas.
Pero, ¿sabes qué pasó una vez que logré todas y cada una de las cosas de mi plan? ¿Era feliz? Qué complicados podemos llegar a ser, porque NO era feliz. Al contrario, los años en los que estaba en la cima de mi carrera y conseguía mis sueños fueron los años más solitarios y vacíos de mi vida. No tenían ningún sentido real. Me convertí en un robot que seguía al resto de la mayoría de la gente en el mundo, sin saber exactamente quién era ya.
Crecemos con la sensación de ser los mejores, de convertirnos en los seres humanos más increíbles, de dejar un legado, de conseguir poder, y en algún momento de ese camino tendemos a perder nuestra verdadera identidad. Puede convertirse en una verdadera carga para los años venideros si no encontramos la ayuda adecuada para volver al camino de la realización.
Nos han vendido la felicidad como algo material, superficial y fácilmente alcanzable que no requiere mucho esfuerzo, sino dinero, poder, relaciones o estatus. Pero olvidamos que la felicidad no viene del exterior, sino del interior, de lo más profundo. Es un estado de paz interior, autoconocimiento, gratitud y perdón lo que nos llevará al verdadero camino de la felicidad.
Puede llevar toda una vida conseguirla, pero cada uno de nosotros tiene el potencial de conseguirla en algún momento.
No es necesario buscarla en el exterior, ni que sea generada por nada que no seamos nosotros mismos. Una vez que domines la capacidad de conseguir esa verdadera felicidad duradera, permanecerá y durará mucho tiempo, no desaparecerá fácilmente porque se convertirá en una parte esencial de ti. Una vez que empieces a respirar lo que es la verdadera felicidad, se convertirá en la base sólida de tu vida. Así es como funciona.
Vive el día, aléjate de las personas tóxicas, evita exponerte demasiado a las redes sociales, camina más, pasa tiempo contigo mismo, haz las paces con tus demonios internos, admira la naturaleza, aprecia tu cuerpo y su belleza, medita constantemente, duerme bien, visualiza tus sueños, pasa tiempo con aquellos que te hacen reír, haz algo que disfrutes y, lo más importante, quiérete cada día más. Dilo en voz alta frente al espejo todos los días como un hábito. Funciona.