La meditación como puerta de conexión

Hace mucho tiempo, cuando oí hablar por primera vez de la meditación como forma de curación, pensé que sonaba a ciencia ficción. No tenía ni idea de lo equivocado que estaba en la comprensión de la mente humana.

Más tarde, durante mis numerosos estudios, aprendí que la mejor manera de conectar con uno mismo y con el propio cuerpo era estableciendo esta conexión profunda mediante la meditación. Es un puente entre el cuerpo y el alma, y una puerta de entrada de energía a través de áreas inexploradas de nosotros mismos que pueden llevarnos a encontrar la verdad y la paz.

¿Cómo se puede hacer esto? Simplemente siéntate contigo mismo de 5 a 20 minutos al día, concéntrate en ese punto blanco que aparecerá una vez que cierres los ojos y deja que tu mente divague mientras intentas fijar tu intención en cualquier objetivo que desees alcanzar. Intente concentrarse en una sola cosa a la vez y preste mucha atención a su respiración. Inhale y exhale lentamente, con tanta calma y lentitud que sienta el control sobre su propio cuerpo. Sienta cómo se relajan sus músculos y su cuerpo se vuelve más pesado, y en el momento en que sienta que está a punto de quedarse dormido es cuando necesita concentrarse más en sus objetivos. Ese será el punto óptimo.

Una rutina diaria de meditación ayuda a aliviar muchas situaciones físicas, emocionales y espirituales, y también ayuda a que las ideas sean claras y concisas.

Es, sin duda, una puerta de conexión, y eso es algo que todos deberíamos utilizar. ¿Te imaginas el mundo del futuro, en el que todos los seres humanos puedan curar cualquier enfermedad o problema con solo sentarse y meditar unos minutos al día? Sería increíble.